La virulenta retórica a favor del aborto, ha mantenido en silencio a la mayoría de los evangélicos que han estado en contra del aborto, incluidos nosotros, la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Chile. Ahora que la Convención Constitucional en Chile ha decidido proponer la interrupción de la vida en gestación como derecho constitucional, tema que según nuestra mirada se opone directamente a los principios bíblicos y cristianos, que la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera ha sostenido y proclamado por 125 años en Chile, levantamos nuestra voz. Este es un momento crítico de nuestra historia, porque no ha habido un momento más urgente para hablar audazmente como personas de fe, esta vez, como defensores del derecho a nacer.
Rechazamos el silenciamiento y el estigma que utilizan los líderes de la nación para sellar, ignorar o rechazar cualquier cuestionamiento, diálogo o educación que les es contrario a sus decisiones. Por lo tanto, como cristianos, superando nuestra incomodidad, hablamos por la vida, hablamos por el futuro de Chile.
Nuestra Declaración de Fe Aliancista, al respecto indica:
“Creemos que la vida humana es un don de Dios que comienza con la concepción. Es responsabilidad de todos promoverla en cada una de sus etapas y dimensiones, bajo toda condición” (Artículo 7, año 2017).
Lo que la Biblia señala
La Biblia tiene a la vida humana como el más grande don de Dios. Toda ella reconoce y nombra a los humanos no nacidos, asignándoles un gran valor dado por Dios mismo. Las Sagradas Escrituras también condenan el derramamiento de sangre inocente. Así que los cristianos, por todo lo señalado, deberían estar en contra del aborto, un violento e injusto atentado a lo sagrado de la vida humana. Esto nos da tres conclusiones:
Por lo tanto… Legalizar el aborto es inmoral
¡Nosotros nos oponemos al aborto! Lo sagrado de la vida comienza en el instante mismo de la concepción. Por lo tanto, nos preocupa que tener acceso gratuito al aborto libre, sin causales ni tiempo, puede alentar a las personas a verlo como una forma de anticoncepción. También existe la posibilidad del “aborto selectivo”, en el que las mujeres y personas con capacidad de gestar puedan interrumpir los embarazos si los escáneres muestran que el feto es del género “equivocado” o “esto ya no funciona”, etc. Por lo tanto, opinamos que la mejor manera de prevenir este abuso poco ético, es restringir el acceso al aborto libre, sin causal ni tiempo (no lo llaman aborto, sino ‘interrupción voluntaria del embarazo’, ¿será que la palabra violenta?).
Nuestra preocupación de hoy
Desde nuestra mirada evangélica, fundamentados en nuestro texto de fe y conducta, las Sagradas Escrituras y manifestado en nuestra Declaración de Fe, opinamos que la propuesta de la Convención Constituyente es un atentado directo y flagrante a lo que la Biblia dice sobre el valor de la vida humana, es una total falta de dignidad humana, una injusticia social. Al afirmar constitucionalmente que quienes engendran tienen el derecho a decidir en forma libre y autónoma sobre el propio cuerpo, olvidándose, eliminando y/o acallando violentamente al ser indefenso que se gesta en lo profundo del vientre femenino, otro ser humano; aquello es un delito a la persona en gestación y una provocación al Dios de la vida. Lamentablemente, al parecer, para los legisladores de esta propuesta de aborto libre y sin causales ni tiempo, bajo la prerrogativa de un derecho constitucional, no existe esa otra vida humana en gestación; ellos han actuado, juzgado y decidido con un incuestionable orgullo y arrogancia.
Una norma como la establecida nos hace pensar en lo acertado o no de una futura Constitución de nuestro país. Creemos que un principio como el cuestionado, es definitivamente un distanciamiento y alienación de lo que Dios y nuestra fe entiende por vida humana. Esto nos obliga a pensar en cómo podríamos aprobar algo así, porque de hacerlo, definitivamente nos ponemos de espaldas al Creador, dador y sustentador de la vida humana. En la condición y circunstancias que sean, la vida humana es un regalo y milagro de nuestro Dios soberano, que recibimos y no rechazamos.
Un derecho constitucional, como el que se propone para el futuro de nuestro amado Chile, es un atentado indigno e injusto al derecho de la vida de alguien que aún no tiene voz para protestar por su propia existencia. Es un acto de la más alta violencia contra la vida humana, solo comparable a los crueles e injustificados genocidios inhumanos.
Por lo anteriormente expuesto, levantamos nuestra voz por los que no pueden hacerlo, por aquellos que tal vez sean eliminados; queremos ser la voz de Dios en medio de la confusión de una sociedad que no considera Su presencia e indicaciones.
¡Dios nos ayude!
Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Chile.