Como Iglesia Nacional, se estableció el 14 de agosto como el Día de la Vocación Ministerial. En este contexto, entrevistamos a Evelyn Manquel Carrasco, una joven estudiante en su último año de estudios en nuestro Seminario Teológico.
Evelyn es de la comunidad indígena Dollinco, ubicada a 16 km. de San José de la Mariquina y actualmente está cursando cuarto año de Bachiller Superior en Misionología. Viene de una familia cristiana, lo que propició que prácticamente estuviera ligada a la Iglesia desde muy pequeña. Sus abuelas, que ella considera grandes mujeres, a través de sus vidas siempre reflejaron a Cristo y eso fue su mayor influencia: “siempre estaban dispuestas a ir a donde nadie más quería estar, tocaron profundamente mi corazón, aún sin haber hecho una decisión por Cristo yo estaba en la iglesia siempre ayudando en todo. Creo que eso fue producto de ver a mis abuelas listas para servir, al reflexionar en esto creo que ellas nunca pensaron en que sus vidas serían un referente muy importante para mí”.
Evelyn ¿en qué momento te diste cuenta que Dios te llamaba a prepararte en el Seminario?
Hay personas que Dios utiliza para hablarnos ya sea directa o indirectamente, a los 15 años el Señor salió a mi encuentro moviendo profundamente lo que yo pensaba que era ser hija de Dios y ver que simplemente yo estaba imitando lo que hacían mis abuelas. Después de ese encuentro, comenzó un proceso de conocer mi identidad como hija de Dios, pienso que es fundamental tener clara nuestra identidad para poder servir a los demás.
En este tiempo comencé a ir a los retiros del Ministerio de Avance Rural (MAR) y cada vez que alguien hablaba de un tema, siempre repetían lo mismo: “El Señor te está llamando”, pero hacía caso omiso a esto, porque pensaba que Dios no podía estar llamándome, si no tenía ninguna una profesión que ofrecer para el servicio de su obra, pero a medida que participaba de los encuentros en los años venideros, volvía el Señor a hablar otra vez con el mismo mensaje “El Señor te está llamando”.
Creo que fue en unos de los últimos encuentros en el que alguien leyó este pasaje “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha»”. (Mateo 9.35-39)
Fue ahí, en esa lectura, que tuve certeza de que realmente Dios me estaba llamando y que durante todo el tiempo transcurrido, él me había estado capacitando para servir con los dones y talentos que él me había dado y que no necesitaba nada más, sino sólo disponer mi vida y corazón por completo. Solo después de comprender que lo único que necesito es que Dios guíe mi vida, él abrió las puertas para poder estudiar y disponer de mi profesión para su obra. Es así como después de un tiempo, comencé a servir en los distintos ministerios de la congregación con el propósito de trabajar para el reino de Dios sin el afán de imitar a los demás. A medida que el tiempo avanzaba, sentía la gran necesidad de prepararme y servir con excelencia.
¿Crees que Dios te ha llamado para una tarea específica?
Creo que Dios a todos ha llamado para servir, pero también creo que Dios hace un llamado específico y en este sentido, él usa todo lo que nos ha sucedido en nuestra vida como creyente. El llamado de Dios nunca excluye lo que somos y lo que Dios nos ha permitido vivir.
No sé con exactitud cuando Dios comenzó a poner en mi corazón el amor por las misiones 0 por aquellas multitudes que vagan por el mundo confundidas y sin pastor. Cada vez que leo o escucho a alguien hablar de la necesidad que hay de compartir el mensaje de Cristo, mi corazón arde tanto que es inevitable para mí no obedecer a su llamado y aquí estoy obedeciendo a su voz después de tantos años. No sé si algún día saldré del país, pero lo que sé, es que de una u otra forma siempre estaré dispuesta a servir donde el Señor me lleve.
¿Cómo fue este proceso, el apoyo de tu entorno, tu familia o amigos?
Sin duda Dios sabe lo que hace, mi familia e iglesia jamás dudaron de que Dios me estaba llamado y siempre han estado dispuestos a avanzar conmigo, en este sentido creo que Dios no solo me ha llamado a mí, sino también a mi familia en Cristo.
En ese avanzar, Dios me ha dado buenos amigos dispuestos a darme una mano cuando los he necesitado, y en ese sentido es vital contar con un grupo que te acompañe en tu proceso de formación, son ellos los que ven el cambio que Dios va generando en el transitar de tu fe. Y mi familia que, aunque esté lejos la mayor parte del tiempo, tienen la tarea fundamental de compartir el evangelio con sus amigos, con los vecinos y en instancias que muchas veces ellos mismos se sorprenden al ver a Dios actuando.
¿Cómo fue el proceso de cambiarte de ciudad y comenzar este nuevo desafío?
En el proceso de decirle que sí a Dios, tuve que dejar todo: mi familia, mi trabajo, la comodidad, negarme a mí misma y aprender a depender absolutamente de Dios. Cuando me decidí a mudarme de ciudad no tenía ahorros, realmente no tenía nada, ni siquiera un lugar en el que vivir, solo la convicción de que Dios me había llamado. Siempre recuerdo una de las muchas oraciones que hice a Dios, le dije: “Padre yo no tengo nada que ofrecer, pero confió en que tú me has llamado, dependo absolutamente de ti y en esa dependencia, yo confió que tú proveerás todo”, y hasta ahora, nada me ha faltado. Gracias a él, trabajo hace casi cuatro años en la Biblioteca del Seminario. Dios es fiel y ha estado en cada paso que he dado, en cada proceso que me ha tocado enfrentar. He visto a Dios actuar en mi favor y puedo decir con certeza que si es Dios quien nos llama, no tenemos nada que temer solo obedecer a su llamado y estar dispuestos a decir: “Heme aquí; envíame a mí”, tal como es su momento Isaías respondió al llamado de Dios.
¿Qué ha sido lo más difícil, según tu experiencia, en este proceso de formación y preparación?
Creo que lo más difícil ha sido salir de mi zona de confort, adaptarme a vivir en comunidad. Y en relación a los estudios, el llevar a la práctica lo aprendido, es decir, no son recetas ni fórmulas simplistas que pretenden explicar cómo hacerlo todo. Más bien el énfasis recae en aplicar las enseñanzas de la Biblia y comunicar la verdad de Dios de una manera efectiva.
En este sentido, creo que cada persona que esté considerando prepararse para el ministerio, ya sea pastoral o misionero, le recomiendo que se sumerja en su iglesia local. Que vea y descubra todo lo que su iglesia tiene para entregar y ver la forma de servir primeramente ahí, en casa, pues es la iglesia local la primera que nos entrena, nos enseña, nos guía, alienta y envía a prepararnos.
Finalmente, Evelyn ¿qué esperas con respecto a tu futuro?
Qué esperar respecto del futuro es una pregunta que muchos me han hecho y sin duda es la cuestión que está en juego cada día, y en ese aspecto creo que Dios se encargará de situarnos en el lugar indicado, siempre hay un lugar en la obra el Señor, él es quien se encarga de llevarnos al lugar indicado, en el que nuestro servicio será de gran ayuda en la extensión del Reino.