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27 de Abril |. ¡Hoy es un día triste para Chile!

Una sociedad y sus líderes no pueden decir que estamos bien, cuando en su seno se ha anidado la violencia y la poca humanidad. Levantarse para asesinar o violentar a un vecino, solo porque viste un uniforme, o tiene un pensamiento distinto, es algo que no podemos mirar como un incidente de tipo pasajero o sin problema. 

Como Iglesia Alianza Cristiana y Misionera, presente el país y especialmente en las regiones de conflicto, levantamos nuestra inquietud y profundo pesar. Mas que nunca, creemos que si Jesucristo estuviera en el corazón de nuestra sociedad seriamos muy distintos, si Su amor fuera aceptado, veremos presente la paz y esperanza del Reino de Dios. Pero al mismo tiempo, pedimos perdón al Señor, porque como sociedad nos hemos apartado de los propósitos divinos intentando dejar a Dios fuera de los planes, tenemos a una población rebelde y extraviada. Esperamos que este sea el momento oportuno, para que las autoridades de gobierno y población en general, podamos meditar en nuestros corazones, y lleguemos a un arrepentimiento de nuestra vida conductual.

¿Por qué la paz ha fracasado para dar lugar a la violencia? Los incidentes de violencia producen fricciones entre y dentro de la sociedad. Como resultado, la violencia puede hacer que las partes se muestren renuentes a continuar en la búsqueda de paz, así aumenta el riesgo y los temores de llegar a un acuerdo de paz. 

Los patrones de acciones y respuestas indican que la violencia a menudo simboliza una ruptura de fe entre las partes. Ésta es una de las razones principales por las que a veces la violencia va seguida de una crisis, tal como en este momento se percibe. 

Entonces, ¿qué hacer cuando el Chile en el que vivimos está literalmente destrozado por la violencia, ira, odio, racismo y abuso? ¿Qué hacemos? ¿A dónde acudimos? Creo que lo único que todos los seguidores de Jesús podemos hacer, lo único que todos como integrantes del Cuerpo de Cristo estamos llamados a hacer es orar. Estamos llamados a ser “un pueblo de oración”. Ese es el punto. Por ello como Alianza Cristiana y Misionera comprometemos interceder y actuar en paz, como siempre lo hemos hecho, para que muchos conozcan al Príncipe de Paz, como Iglesia nos comprometemos a ser agentes de reconciliación, e indicadores por dónde caminar.

Esa es la conclusión. Esa es la última palabra. En tiempos de violencia, llamamos a la Iglesia y sociedad a no nos convertirnos en personas de violencia, sino en personas de oración, no dejando de proclamar las buenas nuevas del Evangelio. Lo mejor que podemos hacer es afirmar esta verdad.

Estas alternancias de nuestro camino espiritual son quizás las razones por las que el salmista comenta que: “Ciertamente las tinieblas no te ocultarán, sino que la noche resplandece como el día; tanto las tinieblas como la luz te son iguales” (Salmo 139:12). 

Situaciones como las vividas, provocan períodos de profunda sensación de vacío, pero hay esperanza. Todos estamos profundamente inquietos, pero está lejos de ser tiempos oscuros para el Señor. ¡Da miedo sentirse vacío! Encontrar la paz en estos momentos, no cualquiera paz, hablamos de la paz nos encuentre a nosotros mismos. Y se trata de la paz que proviene del Señor, esa paz nunca dejará de encontrarnos, por muy vacía que parezca la vida, ¡Jesús nos está buscando!

En tiempos como los que nos ha tocado vivir, seamos seguidores de Jesucristo, siendo sal y luz del mundo. 

¡Sigamos orando!

C. Iván Flores Hernández

Presidente de la ACYM Chile.