La siguiente declaración de fe de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera, fue revisada y aprobada en Junta General Extraordinaria, en la ciudad de Temuco, Chile en el mes de junio de 2017.
Creemos que hay un solo Dios, infinitamente perfecto, que existe eternamente en tres personas: El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo.
Creemos que Jesús es el Cristo, el Mesías esperado, verdadero Dios y verdadero hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo, nacido de María virgen, vivió, murió, resucitó, ascendió a los cielos, reina y regresará al final de los tiempos.
Creemos en el Espíritu Santo, persona divina, eterno junto al Padre y al Hijo, enviado para dar testimonio de Cristo, convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Para morar en el creyente, con el fin de guiarle, dotarle, enseñarle y darle poder para cumplir la misión de Dios.
Creemos que las Sagradas Escrituras, Antiguo y Nuevo Testamento, son inspiradas por Dios, las cuales testifican del encuentro de Dios con el ser humano en la historia, fuente de la misión, fe y conducta.
Creemos que el ser humano, hombre y mujer, fue creado por Dios a su imagen y semejanza, quien instituyó el matrimonio entre ambos.
Creemos en la existencia del pecado como desobediencia y rebelión del ser humano al mandato divino, resultando en la ruptura de su relación con Dios, consigo mismo, de unos con otros, y con el resto de la creación.
Creemos que la vida humana es un don de Dios que comienza con la concepción. Es responsabilidad de todos promoverla en cada una de sus etapas y dimensiones, bajo toda condición.
Creemos que la salvación, obra de gracia realizada por Jesucristo en la cruz para los seres humanos, es la restauración de las relaciones rotas por el pecado, para aquellos que creen en Él, reconociendo su señorío. Dicha restauración alcanza a toda la creación.
Creemos que en la obra redentora del Señor Jesucristo se ha hecho provisión para la sanidad integral del ser humano, conforme a su voluntad.
Creemos que la santidad es un estado adquirido en la conversión y, a su vez, una experiencia progresiva. Cada creyente debe ser enteramente santificado mediante la obra del Espíritu Santo, siendo por ella separado del poder del pecado y plenamente consagrado para una vida de servicio a Dios en el mundo.
Creemos que la Iglesia, creación de Dios, formada por hombres y mujeres que creen en el Señor Jesucristo, redimidos por su sangre y nacidos de nuevo por el Espíritu Santo, tiene su expresión visible en la iglesia local.
Creemos que la iglesia existe para la adoración a Dios, la edificación por medio de las Escrituras, la oración, la comunión, la proclamación del Evangelio, el cuidado de su testimonio y la celebración de las ordenanzas. Su misión es la urgente evangelización del mundo, entendida ésta como el anuncio del reinado de Cristo en la historia.
Creemos que la Segunda Venida de Cristo por su Iglesia es inminente, personal, visible y gloriosa. En esta venida consumará su reino eterno, acontecimiento que se convierte en esperanza del creyente y horizonte en el cual se ejecuta la misión.
Creemos que habrá una resurrección corporal de los justos y de los injustos; los primeros, resucitados para la vida eterna y los segundos, para condenación eterna.
Por tanto, es deber de todo creyente vivir una vida como la de Cristo: de fe, testimonio y sacrificio; entregarse al estudio de la Palabra, la oración e intercesión en favor de otros.